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Edificios atestados que se vienen abajo, ventanas destrozadas, aseos en estado lamentable y dormitorios que acogen a más alumnos de los que deberían, todo ello es prueba de la cruzada que parece haber emprendido el gobierno contra los normalistas.

 

En medio de una decena de edificios desvencijados, donde comen, estudian y duermen alrededor de 500 jóvenes, en un rincón de la destartalada cancha de baloncesto al aire libre, hay 43 sillas de color naranja, perfectamente alineadas. En cada silla hay una fotografía, acompañada de frases conmovedoras, flores naranjas y ofrendas. Cuentan un trágica historia. 

 

"Nadie puede pasar por lo que hemos pasado nosotros", me dice Mario, alumno de primer curso en Ayotzinapa. 

 

Mario se refiere a la brutal y arbitraria detención y desaparición forzada de 43 alumnos de la escuela normal, perpetradas por la policía el 26 de septiembre de 2014 en la cercana ciudad de Iguala.

Texto por Josefina Salomón.

Artículo completo en Vice.

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